miércoles, 25 de julio de 2007

REFORMAS PARA UNA VERDADERA LIBERTAD RELIGIOSA


Enviado por: Lidia Liliana Lòpez Sànchez

Una vieja promesa de campaña hecha por Vicente Fox durante el proceso electoral de 2000, de regresarle los privilegios de los que gozaba antes de la llegada de Benito Juárez a la Presidencia de la República, la permanencia de la derecha en el poder y la gran aceptación que tuvo en un sector de la ciudadanía su convocatoria en contra de la ley sobre el aborto, hizo que la Iglesia católica emprendiera una cruzada para imponer su proyecto de nación.
La lucha la dará la Iglesia en el Congreso de la Unión al introducir, al parecer en unos días más, un paquete de reformas constitucionales a los artículos 3, 24 y 130, entre otros, a fin de que sea incluido en los trabajos de la reforma del Estado, para lo cual ha iniciado ya el cabildeo con los senadores de diversos partidos y en breve lo hará con los legisladores de los congresos locales, sabedora de que para reformar la Constitución se necesita mayoría calificada en el Poder Legislativo federal y el voto de la mayoría de los congresos locales.
Sin embargo, la cruzada no será tan sencilla, pues aun en el PAN hay voces en contra de otorgarle a la Iglesia más poder del que tiene. Incluso, algunas iglesias están en contra de legislar en la materia. Recientes encuestas han señalado que el 90 por ciento de la muestra de sondeo, en la que todos son católicos, están en contra de reformas de esta naturaleza y la agrupación política nacional Avanzada Liberal Democrática ya envió al Congreso de la Unión una iniciativa para que se eleve a rango constitucional el término “laicidad”, a fin de cerrar el paso a propuestas de esa naturaleza.

El objetivo de la Iglesia católica es insistir en sus viejas demandas, tales como la implementar la instrucción religiosa en las escuelas públicas, acabando así con la educación laica y la posibilidad de poseer y administrar medios electrónicos de comunicación.

Y va más allá, al pretender que la Secretaría de Hacienda se encargue de recoger impuestos o contribuciones entre los católicos, como cuando en el siglo XIX todavía recogía el diezmo obligatorio. O como actualmente se hace en Alemania o en Italia, donde los ciudadanos destinan entre 0.8 por ciento y 1 por ciento a la Iglesia o asociación no lucrativa de su agrado. Práctica a la que cada vez más se resisten los ciudadanos de esos países.

En abierta violación al principio constitucional e histórico de separación, la jerarquía católica quiere que los funcionarios públicos asistan con carácter oficial a las ceremonias religiosas de culto público, para que los políticos sigan confundiendo esferas y promuevan leyes católicas contra la voluntad de los propios feligreses católicos y los de otras creencias.

La paradoja es que ahora la jerarquía católica enarbola la libertad religiosa, cuando la negó durante siglos. Porque hay que recordar que la primera libertad religiosa es la de creer en lo que uno quiera o incluso la de no tener alguna creencia. Pero en México esto se negó durante siglos, mientras la Iglesia católica mantuvo el poder político y social.

En realidad, la primera de las libertades religiosas, que es la libertad de creencias y de culto, sólo se hizo efectiva hasta que Juárez estableció las bases del Estado laico, con las leyes de Reforma, en 1859 y 1860. En la historia del mundo, la libertad religiosa sólo se ha podido garantizar con la existencia de Estados laicos o seculares.
Lo peor del caso es que la jerarquía y sus litigantes tienen el descaro de decir que esas reformas no son un intento de echar atrás el Estado laico, cuando en realidad esa visión de la libertad religiosa no haría más que restablecer la unión entre el poder civil y el eclesiástico, o incluso la desaparición de la capacidad del Estado para decidir en materias tan básicas como la de controlar los ingresos de extranjeros al país.

Este paquete de reformas eclesiásticas tiene el objetivo de medir la sensibilidad de la población acerca de temas tan polémicos como éste, que en una época enfrentó a los mexicanos. Y si el cabildeo entre legisladores va bien, poder introducir una que otra reforma.
Al parecer no creo que cuente con el apoyo de los diversos sectores del país, pues los católicos mismos no desean que se vuelva a brindar poder al clero. Ya que ni el presidente de la República creo que esté de acuerdo con él, porque tiene otros problemas más acuciosos que resolver que éste que nada más genera diferencias. Veo todavía más difícil que lo quieran llevar a reformas constitucionales, que requieren de dos tercios de los votos del Congreso y el voto de la mayoría de los congresos estatales. Detrás de este proyecto están pequeños grupos dentro y fuera de la Iglesia, que pueden ser activos pero que no representan a la sociedad.

Donde no hay Estados laicos o donde no prevalece el laicismo, hay guerras santas y la guerra santa es peor que las guerras económicas o políticas. Veamos Medio Oriente, Chiapas y el sureste mexicano, en donde muchas comunidades pequeñas que no piensan como la mayoría son asesinadas, cercenadas o perseguidas por la intolerancia religiosa.

La Iglesia católica regresa a su lucha por recuperar canonjías porque piensa que teniendo un gobierno de derecha, Acción Nacional, pudiera ser proclive a sus objetivos y retrotraer el reloj de la historia, pero no lo lograrán.El también presidente de Avanzada Liberal Democrática recuerda que el antecedente inmediato de su lucha por modificar la Constitución fue en la campaña por la Presidencia de la República de Vicente Fox, durante la cual se comprometió con la Iglesia exactamente a lo que hoy pretenden conseguir con su famoso paquete de reformas:
Posesión de los medios de comunicación, punto que no consiguieron porque se les debía el privilegio único de manejar las conciencias y los cerebros; pretendían educación religiosa en escuelas públicas, no lo lograron porque la educación es para el bien de México y la educación laica debe ser tanto en la escuela pública como privada, no puede haber sesgos sectarios, religiosos que nublen la mente y el cerebro de los niños, porque crearían una nueva confusión y confrontación social.Asimismo, proponían la objeción de conciencia y eso lo hacen porque están en contra del aborto, la eutanasia, las sociedades de convivencia y el avance científico. En síntesis, proponen una vez más que vuelva a prevalecer en México la religión de Estado.

Sin embargo, una vez más van a fracasar porque muchos panistas están en contra de una reforma de esta naturaleza y las últimas encuestas revelan que más del 90 por ciento de los mexicanos, aun a pesar de su creencia religiosa, no quieren la participación política de la Iglesia católica, ni en el gobierno y ni en los partidos; rechazan la educación religiosa y saben que el trabajo espiritual que realizan los curas debe estar ajeno al trabajo gubernamental.

Las reformas a la Constitución vigente deben ser siempre para avanzar, nunca para retroceder.

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